El Senado de la Nación se preparó para vivir un miércoles clave: si el Gobierno no frenaba el proyecto ni pedía cambios de último momento, la ley de Ficha Limpia iba a ser aprobada. Esta norma impide que personas con condenas en segunda instancia por delitos de corrupción, contra la administración pública o violencia de género se postulen a cargos públicos.
La ley representó un golpe político para el kirchnerismo y, sobre todo, para Cristina Fernández de Kirchner, quien podría quedar inhabilitada para volver a ocupar cargos nacionales.
Según fuentes extraoficiales, el proyecto estuvo “cajoneado” durante casi tres meses por orden directa de la Casa Rosada, que quería evitar una victoria política de la diputada del PRO Silvia Lospennato, principal impulsora de la iniciativa.
Lospennato presionó con fuerza desde los medios. Criticó públicamente a los senadores José María Carambia y Natalia Gadano, a quienes acusó de frenar la votación. Por su parte, Carambia reveló que José Rolandi, un funcionario cercano al oficialismo, pidió postergar el tratamiento el pasado 9 de abril.
A pesar de los intentos por retrasarla, la ley contaba con 38 votos a favor, suficientes para ser aprobada, contra 34 votos del bloque kirchnerista.
Además de la ley de Ficha Limpia, ese mismo miércoles el Senado tenía previsto votar los pliegos diplomáticos de Alejandro Oxenford y Wenceslao Bunge Saravia, y la designación de Emilio Viramonte Olmos como nuevo secretario administrativo del Senado, un cargo clave para la vicepresidenta Victoria Villarruel.
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