Javier Milei llegó a la Casa Rosada con un discurso disruptivo, prometiendo un cambio profundo en la política argentina. Sin embargo, a pocos meses de asumir, enfrenta un escenario cada vez más complicado. La falta de acuerdos en el Congreso, los conflictos internos en su propio espacio y las dificultades económicas están afectando su capacidad de maniobra, lo que genera dudas sobre su futuro político.
Un gobierno sin mayorías y con pocas alianzas
Desde el inicio de su gestión, Milei apostó a gobernar sin depender de los partidos tradicionales. Su estrategia se basó en el enfrentamiento directo con la “casta política” y la confrontación constante con sectores opositores. Sin embargo, esta postura también le trajo problemas. Al no contar con mayoría en el Congreso, le cuesta avanzar con sus principales proyectos, como la Ley Ómnibus y la reforma del Estado, que sufrieron varios frenos y modificaciones.
Además, su relación con los gobernadores se volvió tensa. Los recortes en la coparticipación y la eliminación de subsidios afectaron las finanzas provinciales, lo que llevó a algunos mandatarios a tomar distancia del gobierno nacional. Esto complicó aún más su capacidad de negociación y debilitó su margen de acción.
Crisis interna y pérdida de apoyo
A esto se suma la crisis dentro de su propio espacio político. La Libertad Avanza, que en su momento se presentó como una fuerza nueva y con ideas renovadoras, ahora muestra fracturas y diferencias internas. Algunos dirigentes cuestionan las decisiones del presidente y la falta de una estrategia clara para sostener el proyecto en el tiempo.
En paralelo, las encuestas empiezan a mostrar señales de alerta. Si bien Milei mantiene un núcleo duro de seguidores, el desgaste en la opinión pública es evidente. Los sectores que confiaron en él para mejorar la economía ahora expresan preocupación por la inflación, el aumento de tarifas y la falta de medidas concretas que alivien la crisis.
¿Cuál es el futuro de Milei?
Con este panorama, muchos analistas se preguntan si Milei podrá sostener su liderazgo o si su horizonte político se achicó demasiado. Su estilo confrontativo le permitió llegar al poder, pero también le dificulta construir consensos.
El desafío para el presidente será encontrar nuevas estrategias para mantener el apoyo de la sociedad y lograr que sus reformas avancen en el Congreso. De lo contrario, su proyecto político podría debilitarse aún más y perder la fuerza con la que irrumpió en la escena nacional.
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